Déficit auditivo

Las deficiencias auditivas o hipoacusias se definen como una pérdida auditiva, en un oído (unilateral) o en ambos (bilateral), pudiendo afectar a toda la población desde recién nacidos hasta la tercera edad.

Un déficit auditivo se puede clasificar en función de: la localización de la lesión (de percepción o de transmisión), el grado de pérdida auditiva (leve, moderada, severa o profunda), el momento de aparición (prelocutivas, perilocutivas o postlocutivas) y su etiología (accidentales, debidas a sustancias ototóxicas o de origen genético), proporcionándonos todas ellas información relevante del estado de la audición.

Para mejorar la calidad de la audición, existen varios dispositivos como los audífonos y los implantes cocleares (IC). Los posibles candidatos para el uso de estos dispositivos deben cumplir una serie de requisitos y criterios, pues cada uno de ellos está diseñado y programado para cada paciente de forma individual.

Además de la correcta utilización de un dispositivo auditivo, es necesario el trabajo de un especialista del lenguaje, como el logopeda, que guíe al paciente en el funcionamiento del mecanismo y en estimular de forma adecuada la audición, para lograr los máximos beneficios.

Una parte fundamental de la rehabilitación, además de los dispositivos empleados y la labor del logopeda, es la motivación y el interés presentado tanto por el paciente como por sus familiares, así como por su círculo social más cercano.

Por último, es muy importante tener en cuenta la prevención, evitando estar expuestos durante largas jornadas a ambientes con elevados niveles de contaminación acústica, pero si esto no fuese posible, proteger ambos oídos de tal exposición.

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